La obra de Maritain no sólo es trascendente por su contenido y coherencia sistemática, sino también por el momento histórico en que surge. Por una parte, un mundo divido por el ambiente de la pre-guerra, las guerras mundiales, por las ideologías totalizantes que imperaban en Europa, y por posteriores y largos años de bipolaridad causado por la guerra fría.
Por otra, un mundo donde las diferencias entre ricos y pobres, trabajadores y empresarios, eran abismantes. La condición de la clase obrera era por decir lo menos, paupérrima. La libertad entonces, era amenazada tanto como las condiciones de justicia de los pueblos.
América Latina a su vez, vivía sumergida en la más grande de las anarquías políticas y para que decir, de las miserias sociales.
Los populismos cundían en los estómagos vacíos y la violencia era el único medio de entender y organizar la sociedad. Chile no vivía ajeno a todo ello, y un periodo de larga anarquía institucional era fruto principalmente de tardías y mediocres respuestas sociales a la situación en la que vivían los estratos obreros y campesinos de nuestro país.
El marxismo, a través de las agrupaciones obreras principalmente, se propagaba. Los gobiernos sólo atinaban a reprimir las protestas que iban en aumento. Quizás, la matanza de la escuela de Santa María de Iquique, sea el hecho que mejor grafica el contraste que existía entre las políticas de gobierno y la situación de los obreros. La Iglesia Católica chilena carecía de una respuesta clara y concreta y de este modo perdía su lugar preponderante en el alma del pueblo y los trabajadores.
Los Tres Pilares del Pensamiento de Maritain
En un agitado contexto mundial y americano surge el pensamiento “maritenista”, como una voz liberalizadora, una voz de justicia, una voz de paz y de verdad; pensamiento que pudiésemos resumir en tres elementos principales, se sintetizarían en: una insaciable búsqueda de la verdad, un respeto sagrado por la persona humana y por último, de la justicia social como fuente de paz.
Como primer elemento, la búsqueda de la verdad se expresa en Maritain en medio de un mundo encandilado por las ciencias. El positivismo jurídico, el cientificismo, los modernismos, los ideales de eterno progreso y la diosa razón desvelaban a la Europa de la preguerra. La ciencia había triunfado sobre toda fe religiosa. Entonces Maritain entiende que la razón ha de estar al servicio de un bien trascendente.
La verdad está puesta al servicio de la salvación de las almas pero también de las sociedades, sobre todo de aquellos que viven en la miseria. En esto, definitivamente León Bloy va ser quien marcará decisivamente su espíritu aguerrido y fiel a la verdad a todo costa. Sin embargo no entendía Maritain este concepto de búsqueda de la verdad en un sentido arrogante.
Así, en el prologo del estudio de Henri Bars sobre su pensamiento político, escribe: Yo no he soñado jamás con guiar a nadie, puesto que tengo bastante trabajo con guiarme a mí mismo, y ya es bastante decir la verdad tal como uno la ve. Entonces existirá una sola gran verdad de la que Maritain se sentirá portador, la del Evangelio, y como tal no podía transmitirse de otra manera que con humildad y sencillez, exento de todo iluminismo, lo que lo diferencia de muchos de sus pares de la época.
De su búsqueda por la verdad vivificada en el Evangelio nace inevitablemente, un segundo elemento, su concepción trascendente de la persona. El respeto a la vida como un bien inquebrantable ( que muy bien plasma en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de las Naciones Unidas, de cuya elaboración Maritain fue un activo participe en representación de la delegación francesa).
Este, es uno de los conceptos que mejor y más profundamente desarrolla uno de sus principales discípulos, Emmanuel Mounier, que dio origen al “Movimiento Personalista” francés a través de la revista “Espirit”. La persona inserta dentro de una comunidad en la cual es irremplazable. Ningún atropello a uno siquiera de los individuos, so pretexto del bien de la comunidad, se justifica.
De manera tal que en la sociedad el vínculo de la persona con la comunidad es tan orgánico que se puede decir de las verdaderas comunidades, que son, realmente y no de forma figurada, personas colectivas, personas de personas. El personalismo ofrece una solución nueva, porque ni la persona puede sobreponerse a la comunidad, ni esta a la persona.
Nace lo que hoy denominamos tolerancia. El respeto de la vida humana, por lo que es, por lo que significa, por lo personal, valga la redundancia, e intima que es la vida. Sin obviar, que eso implica que aquella riqueza humana, ha de extenderse en beneficio de toda la sociedad. En lenguaje cristiano, se resume, en la presencia de real de Cristo en cada uno como Cuerpo Místico.
En tercer lugar, la verdad y el amor profundo por la persona, desencadenan en Maritain, un necesario y profundo compromiso integral por la justicia social. Sin justicia social, todo el ideal democrático se diluye. Esto necesariamente conlleva a catástrofes y fracasos como el vivido en la Europa de principios de siglo.
Como escribió Maritain, otra gran causa del fracaso de las democracias modernas para realizar la democracia, es el hecho de que esta realización exigía ineluctablemente cumplirse tanto en el orden social como en el político, y que esta exigencia no fue satisfecha. La justicia como fuente de paz y de fraternidad, se imponen como un deber para un cristiano. La situación de miseria de los pueblos, no era más que manifestación del pecado del hombre que había renunciado a la verdad refugiándose en si mismo. Las palabras de este viejo luchador nunca se dejaban de escuchar, escandalizando, sin duda, a muchos: Jamás renunciaremos a la esperanza de una nueva cristiandad, a un nuevo orden temporal de inspiración cristiana.
En definitiva, el amor por la verdad que lo conduce a las profundidades del misterio del hombre y su vida en sociedad, que conlleva al imperativo compromiso social y cristiano, permiten sintetizar el pensamiento, que en este caso se transforma, en vida de Maritain.
<¿Cómo se inserta el pensamiento de Maritain en la lógica de la sociedad chilena actual?
Los tres elementos descritos anteriormente y que constituyen la base de entendimiento de la concepción de Maritain, hoy en día están sometidos de forma casi absoluta a un relativismo en términos morales tanto de la clase política, como del conjunto de la sociedad.
¿En qué se traduce este relativismo?:
Esencialmente en una liberalización extrema a nivel social, donde el liberalismo confina la moral- si es que acepta alguna- a la opinión absolutamente subjetiva de la conciencia individual y, por añadidura, su individualismo desliga al ser humano del organismo social y sus estructuras intermedias.
Esto se expresa claramente en un progresivo consumismo y un arrivismo a nivel social que tiene a los chilenos convertidos en esclavos del trabajo para poder escalar posiciones más altas y en último término tener acceso a una determinada capacidad adquisitiva y a un prestigio social mayor. Es lo que el sociólogo Eugenio Tironi llamaría la arremetida del consumidor por sobre del ciudadano.
Este mismo autor ilustra de forma perfecta esta situación: En el Chile actual el consumo va mucho más allá de su aspecto material: tiene también una dimensión simbólica. A través del consumo las personas se identifican, se distinguen, se comunican. En los 90, amplios sectores de la población han accedido por medio de los objetos que consumen, al imaginario capitalista internacional.
De esta forma esta misma dinámica social ha destruido todo tipo de estructuras sociales que revistan algún grado de colectivismo en la superación de los problemas que plantea la vida moderna.
El efecto de este confinamiento de lo moral a lo individual, tiene por resultado inmediato que se anule cualquier tipo de certidumbre frente al futuro y cada cual busque defender su parcela de poder. Al respecto Maritain nos recuerda que “si cada cual adhiere a sus propias convicciones, ¿no tratará cada uno de imponerlas a todos los demás?.
En consecuencia, el vivir juntos ¿llegará a ser imposible si cualquier ciudadano adhiere a sus convicciones y cree en una determinada verdad?. No es raro-prosigue Maritain,-encontrar gente que piensa que el no creer en ninguna verdad, o el no adherir firmemente a ninguna afirmación considerada en sí misma como una verdad inmutable, es la primera condición requerida de los ciudadanos democráticos, para tolerarse mutuamente y vivir en paz en sí...
Es este- continúa el filósofo- un método suicida. Y esto por que ninguna sociedad democrática puede vivir sin una común creencia práctica en verdades que conciernen a la libertad , la justicia, la ley y a otros enunciados de la democracia, como porque al asumir inicialmente la ley del universal escepticismo, anularía cualquier creencia en aquello que es objetiva e inquebrantablemente verdadero, así como cualquier otra verdad .
Este confinamiento de lo moral a lo individual, también se ha visto reflejado en el curso que ha tomado la acción política, tendiente cada vez más a atender problemas individuales antes que avocarse a la solución de los grandes dramas sociales.
La acción política conlleva la necesidad de dejar de lado lo que se considera conceptos ya añejos y reemplazarlos por temas de segunda generación y que surgen como denuncias ante atropellos a los intereses individuales.
Así, los grandes problemas a enfrentar no son otros que “los problemas de la gente”, es decir, el ruido que provoca el vecino desatinado que hace una fiesta hasta altas horas de la noche; el excesivo cobro en los peajes a la salida de santiago o las coimas a funcionarios de gobierno para agilizar alguna iniciativa. Si nos remontamos a la raíz de estos problemas, veremos que todos tienen su causa en actos desarrollados por particulares entorno a lo que ellos consideran son sus derechos y sus libertades, pero sin consideración a su entorno o a lo que es el bien común.
Podríamos concluir, después de este análisis, que el panorama es ciertamente desalentador. Pero no lo es menos que el panorama de otras épocas. La crisis de las democracias, aunque no del todo, tiende a superarse. Sin embargo una ola de relativismo amenaza con derrumbar todo aquello huela a fe y a convicción. La conciencia social ha penetrado amplias capaz de la sociedad, sin embargo seguimos viendo familias destruidos o personas, especialmente jóvenes, que no le ven sentido a su vida.
Las relaciones laborales han mejorado sustancialmente en relación a las condiciones de principios del siglo pasado, sin embargo las instancias de encuentro comunitario ha decaído al interior de las empresas, al tiempo que el obrero cada vez tiene menos oportunidades para estar con su familia. Las condiciones de la vivienda popular ha mejorado, y aunque no del todo, bastante.
Sin embargo, en los barrios, vemos al vecino cada vez con más temor y los espacios públicos de fraternidad más reducidos; en fin.
Y es que ciertamente los desafíos de nuestro tiempo son diferentes a los del convulsionado mundo del siglo XX, mas no por eso se nos plantean desafíos menores. Quienes han sido históricamente portadores del mensaje humanista- cristiano deberán enmendar el rumbo, entender el profundo sentido político, social, pero también espiritual que encierra su doctrina y no olvidar que el mensaje inspirador, el mensaje evangélico de Cristo, es imperecedero y trascendente.
Ante nuestro nuevo escenario, Maritain nos llama a pensar con estas palabras, pienso que Dios nos educa con la ayuda de nuestras decepciones y de nuestros traspiés, para hacernos comprender en definitiva que no debemos creer sino en Él y no en los hombres. Gracias a noventa años de vida y después de treinta años de su muerte, el mensaje de Jacques Maritain sigue estando vigente entre nosotros.
Notas
1. Emmanuel Mounier, “Revolución Personalista y Comunitaria”, Ediciones Sígueme, 2002. Pagina 91.
2. Jacques Maritain, “Cristianismo y Democracia”, 1942. Ediciones Pléyade, Bs. Aires, 1971. Pagina 32.
3. Javier Gonzalez Echenique, Setenta y cinco preguntas, La Derecha, un enfoque chileno, Colección Ideas I, Instituto de Estudios Generales, Junio de 1991 Impresores Alfabeta.
4. Eugenio Tironi, La irrupción de las masas y el malestar de las elites.
5. Fernando Moreno Valencia, La Democracia según Maritain,
6. Eugenio Tironi, La irrupción de las masas y el malestar de las elites.